Con nuestra mirada recorremos todos los
pilares construídos.
Madera suave que sirve de sostén al techado, tejas de barro
cocido y peldaños de buena piedra. Son años
transcurridos que nos dicen la vida del lugar.
Preparado el horno para el buen yantar, entregado a su trabajo
prepara ese buen tabernero las delicias que
el mediodía le demandará,
mientras un niño disfruta del contacto con la
tierra en un día de cielo invierno y luz de sol cálido.
Los colores de nuestro arcoiris se han detenido
a su antojo iluminando el instante de belleza.
Dra.
Abad
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