Un sendero nos devuelve al pasado.
La necesidad de descanso, refugio en el silencio sólo
alterado por la naturaleza. Nos sentamos para disfrutar de todos
y con todos los sentidos. Son los mismos
ladrillos que vieron los siglos de cambios en este patio. Que hablan
de quien los levantó y de las plantas
que los cubrieron, de los días de viento y agua, del frío
y la nieve. Oigo el goteo del agua y huelo a azahar y boj al paso de
mi mano por su espesura. Los pájaros , gorriones hoy
y quién sabe antaño, nos animan en curiosa charla
a la sombra de estas copas frondosas.
En este lugar tranquilo, lleno de luz , de color y de
agua, de hoja, fijando nuestros ojos nos fundimos en
el remanso de la fuente a un tiempo de nuestra historia.
Quizás Irving nos espera para contarnos más cosas.
Dra. Abad.
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