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Tardes familiares. Hasta una gaviota había encontrado su sitio maldecida por los patos. Palmeras de porte real, dátiles como manjar preciado del desierto en contraste con este verjel, sus hojas, cubiertas para alcanzar el blanco y oro, son enriquecidas con la mano del hombre para el Domingo de Ramos, como lo son todas las piezas que transporta el protagonista de nuestra obra, un asno engalanado, como lo fue el compañero de Sancho, hoy protegidos de la desaparición. El título nos introduce en el arte de fabricar vasijas de barro, moldeadas sobre un torno con las manos y nos indica el puesto de venta. Aún hoy en algunos pueblos de nuestra geografía el burro transita cargado de piezas como muestra de su carácter ambulante. Se nos acerca para que lo examinemos, como buen comerciante nos atrae con la riqueza de adornos y la variedad de sus objetos. Como si de un cristal se tratase, el suelo nos hace de vitrina, y al aproximarnos, milímetro a milímetro, hay un mensaje de luz y color que nos lleva a entregarle tiempo sin medida. Dra. Abad. |