|
No ha sido fácil. Como en todos,
siento que domina su subjetividad y comprendo que, cuando leáis
esto y miréis el cuadro, disfrutéis de nuevos hallazgos
que añadir a los que yo os transmito. Tres motivos a una mirada. Una línea de delante a atrás. Más cercano el hombre, pescador, dedica su tiempo a una labor que completa la acostumbrada. Meticuloso, como ha sido el pintor, teje nudo a nudo la reparación de la red. Sentado afirma su espalda y apoya su brazo en una pierna. Protegido del sol por su gorra, inmensa luz reflejada en la arena que resalta los relieves del mar y las rocas. Con satisfacción la naturaleza juega también al descanso. Del agua, como recuerdo de su bravura, surgen dos figuras, leones que siestean. Al fondo, observador incansable, compañero del hombre y siempre fiel a él, mi "chucho pequeño". Mirada lánguida, inclina su cabeza, hocico húmedo y en continuo movimiento localiza todo lo que ocurre a su alrededor. Nosotros somos los observadores al otro lado o quizás ya escuchemos el mar. MONCHOLC, hasta hoy. Pág. 74. Dra, Abad. |
|
|
202 |