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Lo has conseguido. Me has desesperado. Esto es un reto y tu me obligas a detenerme. Era en aquel momento el primer lienzo Moncholc que yo veía y me emocionaste. Tu color, era extraño en ese momento y hoy ya está incorporado a mi lenguaje. Te sientes generoso y facilitas que intente desvelar tu enigma. Te presentas luchador, ¡ adivina!, me dices. Yo veo una multitud que observa el paso de una divertida representación, de un presente a un futuro, tres titiriteros. Símbolos de un camino, el mundo, de apariencia atrayente y bienestar pasajero, el dragón, personaje cruel, vengativo y poderoso de los cuentos infantiles, que desata la maldad, y por delante, el héroe, ensalzado por sus creadores y salvador de la humanidad. Eres nada menos que el recorrido, sin un comienzo ni un final ordenado, del hombre. Su vida puede, gracias a su libertad, quedarse en una de estas secuencias. ¿Cúal es la que hemos elegido nosotros?. Aún estamos a tiempo de reflexionar. Vivamos. Dra. Abad |
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