.






Autodidacta, de origen granadino, Moncholc pone de manifiesto una turbadora sensibilidad, pues la síntesis de sus violentas pinceladas, recorriendo el lienzo, crea un espacio que parece absorber la violencia de nuestro mundo y extirparle la gangrena como haría un catalizador de fantástico cromatismo que no dejara en nuestra tierra nada que no fuese calma, voluptuosidad y serenidad luminosa. Pero dicha oposición, de vivos colores, que edulcora esos paisajes o retratos, mantiene  su agresividad, porque su inspiración sólo sirve para disimular un utópico deseo de apaciguamiento y para poner de relieve una impresión demasiado falaz.
Una empresa y una demostración en  todo caso muy interesantes.
 Anne Vanoli.